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LAS HIJAS IDIOTAS - Una mirada comprometida sobre el descompromiso social

  • Foto del escritor: NATALIA SCHEJTER
    NATALIA SCHEJTER
  • 11 oct 2017
  • 4 Min. de lectura

El grupo chaqueño “Los del Callejón” lleva 11 años de trabajo y sus roles dentro del grupo van rotando. Es así que en el año 2013 Víctor Cardozo, que venía asumiendo el rol de director en las obras “Inverosímil” y “Recoveco chino”, expresó a sus compañeros sus ganas de volver a actuar, y la actriz Luisella Manzone aceptó el desafío de dirigir. En el Encuentro Regional de Teatro de 2006, Luisella había asistido a la puesta en escena del grupo correntino Raíces de “Las Hijas Idiotas”, dirigida en esa oportunidad por su dramaturgo Luigi Serradori, y se había quedado encantada con el texto dramático. Cuando aceptó el rol de directora en su grupo, no dudó ni un momento de que ese era el texto que ella llevaría a escena, y a pesar de que sus protagonistas son dos mujeres, sus compañeros aceptaron la propuesta. La decisión fue la acertada y derivó en una contundente puesta en escena grotesca.


Dos hermanas burguesas, Anilú (Federico Oberti) y Marilú (Víctor Cardozo), viven encerradas en una habitación ─con una sola cama─ de donde no salen por temor al afuera. Son hijas del diputado Marcos Beto Garzón (Pablo Toledo), candidato a la presidencia del país y nietas de un expresidente. A pesar del aislamiento, su contacto con el exterior es importante, tienen un televisor, un teléfono fijo y un celular, pero cuando estos dispositivos se activan ellas se alteran. El miedo crece día a día al punto de no animarse a bajar de la cama para ir al baño.

El entorno asfixiante construido por el poder, la corrupción y los medios de comunicación, las marginan y las torna miserables. Pero, ¿cuánta miseria puede caber en dos “inocentes” jóvenes de buen pasar? Durante toda la puesta la realidad se mezcla con la fantasía de las protagonistas, el poder con la desgracia, y el desinterés social reina, porque como ellas mismas dirán: “Somos la generación del olvido, nos cagamos en todo”.

Como indica explícitamente la cita anterior, la obra es una crítica a una franja etaria de la sociedad. Pero esta generación es fruto de un contexto, de una sociedad. Así también, el trasfondo del compromiso crítico del texto está en la reflexión sobre un período de nuestro país al que la puesta en escena suscribe, ambientando la escenografía en la década de 1990. Esta elección, está inscripta en los objetos (los dispositivos tecnológicos típicos de aquella época y la revista “Gente” con la foto de María Julia Alsogaray en tapa).

A pesar de esta ambientación, la temporalidad es ambigua, rasgo que sustenta la riqueza del texto ya que los cruces permiten construir una crítica histórica compleja, y que la interpretación sea amplia. Dicho esto, cabe mencionar la referencia al estallido de la crisis de 2001 casi explicitada en la voz en off del locutor de la televisión; personaje que no aparece en escena pero que tiene un rol clave en el desarrollo narrativo. Otro personaje con las mismas características que el locutor-narrador es el de la abuela. Entre otras cosas simboliza a las Madres de Plaza de Mayo y a su inesperado devenir de madres y amas de casa en las luchadoras más admirables del mundo.

Por otro lado, hay una clara fragmentación entre la temporalidad múltiple del contexto social, y una fuerte atemporalidad en el cuerpo, condensada en la psicología de los personajes. Este aspecto aparece en el propio discurso: primero Marilú y Clarilú amanecen, luego llama por celular la abuela y dice que el abuelo duerme y ellas le dicen “vení que nos desvelamos” como si fuera la mitad de la noche. Esta idea atemporal se refuerza en el vestuario y la ropa de cama. Bata blanca, camisones pulcros, medias con volados, puntillas blancas, sin tiempo ni moda más que la del ser burgués. En términos brechtianos, el Gestus social está muy bien trabajado por los actores a lo largo de toda la puesta: limarse las uñas, acostarse boca abajo y sacudir las piernas cual adolescente, tomar el té, acomodarse permanentemente el pelo y la ropa, mano en la boca para marcar susto o sorpresa y atender el teléfono en inglés: “I’m Marilú”.


El protagonismo del travestismo de las hermanas funciona como eje conductor de la comicidad de esta puesta en escena grotesca, género en el que el grupo Los del Callejón, tienen considerable experiencia ya que lo trabajaron en su obra de creación colectiva “El Recoveco Chino” (2010).


Las Hijas Idiotas” fue concebida por Serradori inspirada en el contraste entre las imágenes televisivas del estallido de la crisis de 2001 y la reacción indiferente de su comunidad (La Culturosa, año 2). Los del Callejón llevan 2 años presentándola en la región. Y parece que su compromiso crítico está vigente en el momento histórico que se monte, porque el texto dramático contempla muchos aspectos de la complejidad de nuestra historia reciente como país y porque a decir de Jorge Ricci: “Para este país, el grotesco es un traje a medida, un cuenco perfecto, las dos caras de la única moneda que corre de mano a mano desde hace mucho tiempo”.


Cabe destacar que la fuerza de la puesta no sería la misma sin el elemento primordial del travestismo de los actores, signo ambiguo que oscila entre la mostración y ocultamiento, acentuando tanto los rasgos que dejan latente el desenlace policial de esta ficción, como el efecto cómico que desacraliza y permite distanciarse, reflexionar y, en el mejor de los casos, transforma.



Referencias bibliográficas


Entrevista a Luigi Serradori: Una mordidita no… ¡un tarascón! La Culturosa, año 2 – n.°5, 12-15.

Ricci, J. (2007, sep.-dic.). Repasando el grotesco. Picadero. Recuperado de http://inteatro.gob.ar/Files/Publicaciones/52/picadero20.pdf


Ficha técnico-artística

Producción general: grupo Los del Callejón

Dirección: Luisella Manzone

Actores: Federico Oberti, Víctor Cardozo y Pablo Toledo

Diseño escenográfico y vestuario: Luisella Manzone

Realización escenográfica: Federico Oberti

Diseño de iluminación: Víctor Cardozo y José María Aguilera

Musicalización: Cristian Cochia

Diseño gráfico: Fernando Carlés

Fotografía de programa: Maia Alcire

Operación de sonido: Silvina Suárez




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