LOS REÍDOS - ¿Quién ríe de quién?
- NATALIA SCHEJTER
- 3 abr 2018
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 4 ago 2023

Si pensamos al teatro como un mirar a través de dos espejos enfrentados, podemos reflexionar sobre Los reídos como: el teatro homenajeando a la sociedad, y la sociedad mirándose al espejo; el teatro evidenciando que somos una sociedad reída mientras que, por un rato nomás, nos dejan jugar a que somos los reidores.
La obra cuenta las peripecias de los gauchos don Martín (Sebastián Cardozo) y su hijo Martincito Jr. (Darío Lovatto). Los protagonistas están a horas de cambiar de siglo y presienten que este pasaje traerá un destino turbio, por eso se adelantarán al posible apocalipsis. Luego de perderlo “todo” en un fatal accidente, con aires de aventureros, hacen el mayor esfuerzo por convertirse en gauchos matreros.
Hay un tercer gaucho (Carlos Sánchez) que oficia de narrador brechtiano expone explícitamente el artificio teatral y cuestiona su construcción peleándose en forma permanente con el personaje que interpreta al autor (Guillermo Zambón). Caracterizado convencionalmente con el prototipo de autor clásico isabelino, el maquillaje de su cabello evidencia de manera bastante explícita en este personaje el alter ego del verdadero autor, Luigi Serradori. Además es la voz paródica del lema de Argentores “sin autor no hay obra”, y aunque termina siendo “un simple ator secundario”, complementa el combo que permite al grupo exponer su reflexión sobre el ámbito teatral en medio de su tesis sobre el pueblo correntino.
Sobre el escenario un músico durante toda la puesta acompañará el desarrollo de la obra musicalizando en vivo, contextualizando los tiempos dramáticos que van indicando los personajes y, sin dudas, amalgamándose con el ritmo particular del habla del correntino.
El público también es protagonista manifiesto de este “homenaje incorrecto” y cuestionador de las estructuras sociales y teatrales.
La presencia escénica de los cuerpos de los actores es súper eficaz y expresiva, a disposición de la comicidad grotesca que proponen como disparador de cientos de reflexiones.
Los pocos objetos que manipulan son fuertes portadores de sentido. La radio que los vincula con el mundo fuera de su rancho denota el habitual aislamiento cultural en el que viven. Las alpargatas, calzado típico del gaucho, se tornan signo grotesco y risible al transformarse en sus únicas armas para pelear como verdaderos correntinos cuchilleros. El chango de supermercado como su medio de transporte exclusivo es a la vez casi un anunciador de lo que sucederá dos años más tarde en la crisis del 2001. No podía faltar en escena el mate, símbolo indiscutible de la correntinidad, y un final escatológico donde ofrendarán al siglo que dejan atrás sus propias cabezas.
El vestuario funciona como elemento aglutinador de esta puesta en escena, bien podríamos analizarla mediante la lectura y análisis de este lenguaje. Los protagonistas de la historia son gauchos pobres de rancho y alpargatas (no gauchos en Hilux, ni siquiera a caballo), que a orillas del último cambio de siglo recién comienzan a incorporar algunos contenidos gracias a la radio.
El punto más fuerte de esta sátira social es la manera en que el grupo Raíces representa la forma en que lo pagano avasalla lo religioso; se hunden juntos en un cotidiano ignorante que acaricia lo ridículo. El factor pagano está solo sugerido en la vestimenta de don Martín que claramente representa a la del Gauchito Gil —casi podríamos decir un gaucho elegante— en contracara al vestuario de Martincito Jr. que denuncia a un gaucho correntino contemporáneo, un guacho pobre.
En el último acto otra vez la vestimenta construye sentidos cuando los protagonistas visten traje para ir a un programa de televisión, y el narrador que oficia de conductor del show televisivo los recibe al aire con la pregunta “¿Qué se siente llevar traje por primera vez?”.
El narrador representa a un “gordo gaucho”, con un sombrero típico de campo y cubierto con un poncho neutro. Su búsqueda de protagonismo también queda evidenciada en ciertos detalles del vestuario. Por ejemplo, con las lentejuelas en el chaleco que lo viste de conductor televisivo o durante el duelo entre padre e hijo al ritmo del malambo, el gordo gaucho se suma zapateando y deja que se caigan sus pantalones para hacer reír bailando con una liga de cascabeles en la pierna. Los protagonistas automáticamente le otorgan el mote de “exhibicionista”.
Este personaje devela el artificio teatral, discute con el autor y hace todo lo posible por tomar su lugar. Cuando decimos todo lo posible es todo, y aquí hay una referencia intertextual a la antigua metáfora del Theatrum mundi porque no alcanza con matar al autor para suplantarlo, porque este revivirá vociferando: “esta es mi obra, tarde o temprano tendrás que devolvérmela”. Pueden surgir múltiples interpretaciones sobre a quién representa esta voz, pero da la impresión de que todas confluirán en el mismo sitio (amén de cómo cada ideología llame al poder).
Es una gran obra que representará a la provincia de Corrientes en la Fiesta Nacional de Teatro 2018. Además, el grupo proyecta una gira regional para el mes de agosto, y mientras tanto siguen con funciones en su sala de teatro Raíces (Av. Libertador y Colón) en Monte Caseros, provincia de Corrientes.
Ficha artístico – técnica
Actores: Sebastián Cardozo (Don Martín), Darío Lovatto (Martincito Jr.), Carlos Sánchez (Gordo Gaucho), Guillermo Zambón (Cadáver del autor)
Iluminación: Camila Vazquez
Asesoramiento de actores: Susana Bernardi
Dirección: Luigi Serradori
Publicado en Mateo - Medio Argentino de Teatro online
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