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UNA EXPERIENCIA CLOWN DE LA MANO DE MARU GUIOT

  • Foto del escritor: NATALIA SCHEJTER
    NATALIA SCHEJTER
  • 21 sept 2019
  • 3 Min. de lectura

¿Qué tiene el clown de seductor?


Provoca ternura, porque es transparente. Provoca risa, porque es honesto, descontracturado. Y tal vez la risa es un gesto catártico de nuestros yos ocultos que

quieren salir a jugar con lo que sucede en escena.

A mí me seduce hace años, y en una lucha mano a mano con el pudor, ganaron las ganas y encontré la excusa perfecta: pasar por el cuerpo algo de teoría y entender mejor. Vino a Corrientes, Maru Guiot a dar un taller de “Clown Cabaret” y me sumé. Ella es española y hace 7 años que vive en Formosa donde desarrolla y enseña clown. También aprovechamos su llegada a Corrientes para entrevistarla en la columna semanal sobre teatro de “Todos los vientos” en Radio UNNE.


¿Por qué contarlo en primera persona? Porque cuando ponemos el cuerpo el nivel de comprensión es diferente, y si hubo disfrute el cúmulo de sensaciones que nos quedan vibrando es como un volcán a punto de explotar, pura ebullición. Y cuando eso sucede tenemos una necesidad enorme de compartirlo, de gritar al mundo que “fue genial”. Además estos espacios nos enchamigan un poco más con quienes andamos “por ahí” siempre; y para transmitir alguna emoción de esa índole mejor ser académicamente incorrecta y compartirlo al estilo sociedad 2.0


El taller es una mezcla entre ambos géneros, un equilibrio y Maru aclara: “el cabaret es una excusa para que las personas que vienen a hacer clown encuentren cosas y salgan de su zona de confort”. Trabajar con el clown es darle lugar a la vulnerabilidad y permitirse mostrar todo lo que normalmente tendemos a ocultar detrás de las máscaras sociales. Por lo tanto el taller de clown cabaret viene a proponer una especie de segundo escape de la zona conocida; si el clown estimula el papelón y busca el propio ridículo - parafraseando a la maestra argentina Cristina Moreira-, aquel que intenta hacer de maestro de ceremonias del cabaret, de bailarina de can can o cantar como Liza Minnelli, vuelve a penetrar en un mundo nuevo, el mundo de la sensualidad y provocación. Y esos dos mundos chocan en los intentos del antihéroe travieso generando una nueva tensión.

Al respecto Maru decía: “cuando profundizas en el clown salen muchas cosas, sale el clown seductor (…) el cabaret se presta mucho a eso, ahí es donde el clown intenta, él quiere ser sensual, quiere bailar bien, quiere hacer esa coreografía, a lo mejor se pone una ropa pensando que esta maravillosa de la muerte y nada que ver (risas). Entonces ahí está el contrapunto y la gracia también”.


Vivir esa experiencia nos hace entrar en otra dimensión, a la que llegamos sin maquinas del tiempo, ni viajes metafísicos; es un viaje a recuperar nuestro yo ingenuo que el vivir en sociedad logra esconder en el subsuelo de la autocensura.

“Lo que pasa es que el clown no tiene todo esto que tenemos las personas de la moralidad, y la cosa social. Por eso es tan divertido hacer clown, porque todos esos mambos que tenemos nosotros, de darle vuelta a la cosa, ellos no lo tienen. Ellos se lanzan, como le salen las cosas, no hay una cuestión así social de pensar demasiado, al contrario, no se piensa, se hace.”

Dejar salir a ese yo silenciado, transformarlo en acción física, tiene tanto de lúdico como de profundo, es la importancia de borrar prejuicios con el propio cuerpo y disfrutarlo. Y se aprenden muchas cosas con el lenguaje del cuerpo, sin necesidad de traducción.

El clown mira a través de su nariz y con los ojos bien abiertos. Ojos que tienen triple trabajo, un circuito complejo de conexiones. Se mira asimismo, busca su clown y lo deja salir. Mira al público y en esa mirada se nutre, juega, sigue la corriente e invita a seguirlo, comparte con los ojos. Y lo mejor -en mi humilde y divertida experiencia- es cuando mira al compañero o la compañera y generan acuerdos tácitos. Buscar química y encontrarla, es una pequeña fiesta.


Personalmente me sorprendí con la enorme y maravillosa capacidad lúdica y verdaderamente liberadora que encontré que tengo (o tenemos) archivada. Todo ese aprendizaje queda vibrando en el cuerpo, y la sensación es que la profecía de Marianela Iglesia puede hacerse realidad y “el mundo será payaso”.

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