SILVANA SANABRIA - De cuando el arte y la poesía nos invita a revisar lo cotidiano
- CARLOS LEZCANO y NATALIA SCHEJTER
- 13 jun 2023
- 4 Min. de lectura

El 17 de mayo pasado se inauguró en el Centro Cultural Universitario de la UNNE, “Malezas y Trepadoras”, una muestra de las artistas Valentina Mariani (Licenciada en Artes Visuales, Profesora en Educación Artística, Diplomada en género y sexualidades de la UNNE, artista e investigadora) y Silvana Sanabria (periodista, escribe poesía y participa en proyectos musicales, artísticos y culturales de Corrientes y Resistencia).
La muestra, que puede visitarse hasta el 16 de junio en la Sala del Sol del CCU, está compuesta por un total de once obras-instalaciones para sumergirse en el mundo cotidiano, en relación a las plantas y las palabras, invitándonos a pararnos en otro espacio para observar y reflexionar sobre algunos conceptos que tenemos naturalizado, desde un lugar de placer estético y poético.
¿Qué es Malezas y trepadoras?
Es un proyecto artístico que tenemos con Valentina Mariani, que estamos presentando en el Centro Cultural Universitario, que presenta obras en distintos formatos, y busca indagar en algunos conceptos vinculados al mundo de las plantas, al mundo de lo cotidiano, al mundo hogareño.
La muestra es un cruce de disciplinas: poesía, bordado, cerámica. Contar un poco qué es, qué se ve ahí.
Si, son obras en distintos formatos y con distintas técnicas, que son instalaciones. Hay bordado, cerámica, audiovisual, obras sonoras y mucha presencia de elementos de la naturaleza. Tenemos plantas vivas y tierra en algunas instalaciones. Hay una instalación que tiene perejiles, y esa obra va mutando, porque a medida que va avanzando el tiempo se van como degradando, descomponiendo esos perejiles, y eso forma parte de la mutación o el paso del tiempo en la obra.
¿De que se trata esa obra en particular?
Esa obra se llama Huellas y consiste en un par de pies de cerámica posados sobre una alfombra circular hecha, en su momento, con perejiles frescos que son los que se van degradando a lo largo del tiempo. De alguna manera, lo que quisimos expresar estaba vinculado a esta lucha por la interrupción voluntaria del embarazo, que fue una conquista de las mujeres en los últimos años. Y a nivel conceptual, esos pies sobre esos perejiles significan, por un lado, que no queremos volver a ese pasado de ilegalidad, de riesgo, de muertes evitables. Y, por otro lado, todos esos perejiles también representan los cuerpos de las mujeres que ya no están, o de las que lucharon antes que nosotras. Hay una voluntad de honrar esa lucha previa a nosotras y también de cara al futuro decir, no queremos más volver a esto, no queremos volver al perejil, no queremos volver a realizar prácticas inseguras, que pongan en peligro los cuerpos y la salud de las mujeres.
Algo que atraviesa tu obra de todos estos años y la de Valentina, que es esta indagación de las identidades femeninas, de sus marcas. ¿Cómo surge?
Tanto Valentina como yo compartimos, además de la pasión por el arte, algunas sensibilidades en común. Ambas somos hijas de familias trabajadoras y de mujeres muy empoderadas, que nos criaron de manera muy libre. Y esa insistencia temática también viene por el lado de nuestra experiencia como mujeres en el mundo. Somos conscientes de cierta desigualdad o de ciertas marcas que hay en el discurso en cuanto a esto. Una de las obras en la que expresamos eso es “Nombre vulgar”, que es una serie de obras en cerámica que incluyen algunas plantas. Tienen que ver justamente, con los nombres vulgares que se le asignan a esas plantas y nosotras sospechamos o queremos generar que se cuestione de dónde provienen esos nombres: Mala madre, Lengua de suegra, Amor de hombre, enamorada del muro, Costilla de Adán. Hay muchísimas. Hay una enredadera a la que le dicen Vecina chismosa. Nunca es Vecino chismoso, nunca es Lengua de suegro. Como que siempre está con cierta connotación negativa hacia ciertos estereotipos vinculados a las mujeres.
¿Cómo fue el proceso de la construcción de “Malezas y trepadoras”?
Se fue dando de manera bastante natural, porque nosotras compartimos una amistad desde hace muchos años y esa amistad implica mucho encuentro. No sé, algo muy habitual es que yo voy a la casa de Valentina y a veces estado ahí uno o dos días ahí, estamos mirando pelis o estamos como conversando, salimos a merendar y hablamos de nuestros intereses, de nuestras cosas. Yo venía desarrollando, por un lado, mi interés en la poesía, en el texto literario, y ella también viene desde hace muchos años, también con su carrera artística. Y simplemente decidimos un día hacerlo. Por ejemplo, a mí me pasó con Nombre vulgar, que no sabía qué forma tenía esa obra y lo terminé de trabajar con Valentina, y ella dándome su aporte en cuanto a qué forma podía tener eso, dijimos listo, esto tenemos que hacerlo. Y además de esto, empezaron a surgir naturalmente un montón de otras obras más vinculadas también a las cosas que nosotras nos llaman, nos preocupan, nos interesan o deseamos cuestionar o hacer. Y también por el placer manual de la técnica de hacerlas: bordar, la cerámica…. Una de las nuevas obras que presentamos es una palabra hecha con enredadera, fue muy placentero para nosotras hacerlo. Sí tiene que ver con por un lado por con el desarrollo de Valentina de las artes visuales, plásticas y su experiencia en instalación y por mi lado también, desde el punto de vista de lo de lo poético, y de llevar lo poético al objeto, por ejemplo. Cómo materializar conceptos, metáforas y también de qué manera la palabra está presente en las distintas obras que vamos haciendo.
¿Es la primera vez que presentan esta obra?
La primera vez que la presentamos fue en Resistencia, igual ahora hay muchas más obras de las que presentamos la primera vez, el proyecto está permanentemente creciendo y va creciendo con nosotras. En el CCU presentamos tres obras nuevas, que, en el MUBA, como era muy incipiente, todavía no estaban.
¿Y qué recepción tienen en estas dos experiencias con el público?
Y más o menos lo que viene sucediendo, algunos registros que recibimos de algunos conceptos que se van repitiendo, tienen que ver con esta cuestión de la delicadeza, de lo pequeño, de ser como una muestra de objetos mínimos. O sea, no es una obra despampanante, estrafalaria, súper impactante, desde el punto de vista espectacular, sino al contrario, es una obra de la cercanía, de la intimidad, más o menos eso fue lo que venimos como recibiendo, de quienes van y se interesan en ir a conocer lo que lo que estamos presentando.
Esta nota se publicó también en el Diario El Litoral
Comments